Extracto del Capítulo IV de "Heliópolis: La Travesía del Arcoíris"


"Asomándose al Mundo, Rosa Grimm contempló esa majestuosa obra civil que era el puente de la Autovía de la Campiña sobre el estuario de Heliópolis; la espectacular secuoya que, salvada del derribo, se había convertido en el peaje perfecto para la autopista –pues los Ingenieros determinaron que sería más rentable abrirle un agujero y atravesarla, que rodearla o talarla–; las urbanizaciones anodinas de la periferia, fabricadas todas con la horma del mismo zapato; las plantaciones y granjas intercaladas con las parcelas de bosques y las antiguas trincheras, cual tablero de ajedrez; abetos gigantescos, y entre ellos, cabañas indistinguibles de una casa de mazapán desde tanta altura. Las viviendas comenzaban a estar desperdigadas aquí y allá, como tropezones de chocolate en esa gran galleta que era el Mundo. Se notaba que ya estaban sobrevolando la Campiña…, y que era hora de merendar".

Heliópolis: La Travesía del Arcoíris - Capítulo IV, primera parte

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